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mayo 02, 2024

El agua y el desarrollo económico sostenible en la frontera

Salvador López Córdova, Director Ejecutivo de Asuntos Ambientales

La frontera entre México y Estados Unidos es una región dinámica que alberga a 26 millones de personas —19 millones de los cuales residen en los seis estados fronterizos mexicanos, los cuales a su vez representan el 26% del PIB del país— que aportan gran parte del comercio bilateral, cercano a $800 mil millones de dólares al año, y que, además, representa un punto único de encuentro e intercambio cultural. Actualmente, la región está experimentando una transformación impulsada por una mayor integración económica, crecimiento demográfico y nuevas inversiones detonadas, en parte, por la reorganización de las cadenas de suministro a nivel mundial, incluida la relocalización de empresas conocida como nearshoring. En 2023, México recibió inversión extranjera directa por $36 mmdd, siendo algunos de los estados fronterizos los mayores captadores. Un dato que ilustra el nivel de integración económica son los cerca de 20,000 camiones de carga que cruzan diariamente la frontera.

Estas tendencias presentan oportunidades históricas en materia de inversión y generación de empleo. Por otro lado, el crecimiento de la población y de la actividad económica ejercerán cada vez mayor presión sobre los recursos naturales y la infraestructura de la región, incluyendo en relación con la gestión del agua y los residuos, la generación de energía limpia y la movilidad de personas y bienes de manera sostenible, eficiente y asequible.

 En este contexto, el éxito de la región fronteriza, entendido éste como la transformación hacia una región próspera, incluyente, ambientalmente sostenible y con buenos estándares de calidad de vida, dependerá, en buena medida, de las inversiones públicas y privadas que se realicen en el corto plazo para mejorar la calidad y el acceso a los servicios públicos, hacer un uso más eficiente de los recursos naturales y reducir la contaminación y otros daños a los ecosistemas.

 En lo que respecta a la gestión del agua, en las últimas décadas se han logrado avances considerables en el acceso a los servicios de agua potable y saneamiento en la región fronteriza. Hoy en día, la cobertura de agua potable y alcantarillado sanitario en las zonas urbanas de la región supera el 95% de la población. En lo que respecta al tratamiento de las aguas residuales, las ciudades fronterizas cuentan con un nivel de cobertura superior al promedio nacional.

Sin embargo, a pesar de los avances en materia de agua, aún tenemos retos importantes: las inversiones en infraestructura básica deben continuar hasta conseguir el acceso universal a la población actual, mejorar el nivel de servicio y absorber el crecimiento demográfico esperado. Adicionalmente, existen necesidades de inversión importantes para atender el deterioro de la infraestructura que ha superado su vida útil. Tan solo en este último rubro, la Comisión Internacional de Límites y Aguas ha estimado necesidades cercanas a los $15 mil millones de pesos en los seis estados fronterizos.

Si bien una mayor inversión en infraestructura básica resulta imperativa, quizás el mayor desafío en el mediano y largo plazo para la región, así como para gran parte del país, es la necesidad de desarrollar nuevas y más diversas fuentes de abastecimiento de agua con el fin de satisfacer el crecimiento esperado y, a la vez, aumentar la resiliencia ante las sequías y otros impactos del cambio climático. En este sentido, es importante promover la conservación y el uso eficiente, así como el desarrollo de fuentes no convencionales de agua, como podría ser la desalación y el reúso. El reúso para fines potables, en un inicio de manera indirecta, representa una gran oportunidad latente, obviamente siempre y cuando se utilice las tecnologías adecuadas y se establezcan los mecanismos de control necesarios.

Algunos avances a la fecha en la gestión del recurso incluyen la planta desaladora de agua de mar en Ensenada, la cual genera el equivalente a cerca del 25% del suministro a la ciudad. Por otro lado, el estado de Baja California, a través de un novedoso esquema de financiamiento sostenible de pago por desempeño, está apoyando a los cinco organismos operadores del estado en la reducción de fugas, desalación de agua de mar en zonas remotas donde no existen otras fuentes, y la rehabilitación de varias plantas de tratamiento de aguas residuales que sentarán las bases para proyectos subsecuentes de reúso. Ciudades como Monterrey y Tijuana están llevando a cabo estudios y otras acciones encaminadas el reúso potable indirecto, lo cual creará una nueva fuente de agua prácticamente constante que aumentará la resiliencia a las sequías y al cambio climático.

La agricultura representa cerca del 80% del consumo de agua en la región, incluyendo en cuencas binacionales como las de los ríos Colorado y Bravo. La transferencia de agua de uso agrícola hacia un uso urbano, así como el intercambio de ésta por agua residual tratada, ha sido exitoso en algunas partes del mundo, incluyendo en estados fronterizos de Estados Unidos, y podría desarrollarse en áreas específicas de México. Es posible que los centros urbanos, que en general tienen mayores recursos financieros que los usuarios agrícolas, sufraguen el costo de acciones de conservación en la agricultura a cambio de una porción del agua conservada durante un período de tiempo determinado.

Ante esta coyuntura resulta esencial el papel de las instituciones. El Banco de Desarrollo de América del Norte (NADBank), creado por los gobiernos de México y Estados Unidos para atender retos ambientales comunes, ha jugado un papel importante en el financiamiento de la infraestructura hidráulica de la región mediante créditos y recursos a fondo perdido, así como en el otorgamiento de asistencia técnica para el desarrollo de proyectos y el fortalecimiento de capacidades institucionales.

Sin lugar a duda, atender la problemática del agua continuará siendo una de las mayores prioridades de la región fronteriza y de todo el mundo. Contar con instituciones que participen en políticas públicas en los tres niveles de gobierno, a fin de fortalecer la gestión de este vital recurso, será un acierto que alcanzará a las generaciones presentes y futuras.

*Las opiniones expresadas en el artículo son responsabilidad exclusiva del autor y no necesariamente reflejan la opinión o la postura del NADBank. 

 

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