Antecedentes

En la actualidad, la JMAS estima que el 97% de la población cuenta con el servicio de agua potable, mientras que el 88% tiene servicio de drenaje; sin embargo, la cobertura del servicio de saneamiento es sólo del 63%.

En 2000, se pusieron en marcha las primeras dos plantas de tratamiento de aguas residuales del la ciudad: la Planta Norte con una capacidad de 2,500 litros por segundo (lps) y la Planta Sur con una capacidad de 1,000 lps. No obstante, la Planta Sur actualmente recibe un caudal de 1,800 lps de aguas residuales, por lo que aproximadamente 800 lps se desvían de la planta y se descargan sin tratamiento previo a un dren agrícola. El agua residual sin tratar se mezcla con el efluente producido por la planta, lo que reduce su calidad y la efectividad de la planta de tratamiento.

Por otra parte, la Planta Sur utiliza un sistema de tratamiento primario avanzado que produce un efluente que presenta olores desagradables en la zona cercana a la planta de tratamiento. Además por su bajo nivel de calidad, el efluente no puede ser reutilizado con seguridad en las diferentes actividades urbanas.

Con el fin de atender las necesidades actuales de saneamiento que existen en la zona sur de Juárez, la JMAS propone un proyecto para ampliar y mejorar la Planta Sur.

Descripción

Por medio de este proyecto la capacidad de la Planta Sur se duplicará de 1,000 a 2,000 lps y el proceso de tratamiento se modificará pasando de tratamiento primario avanzado a tratamiento secundario. El efluente de este sistema es de una calidad superior y, además de eliminar casi en su totalidad los olores desagradables, puede ser reutilizado en una gama más amplia de actividades urbanas.

Beneficios

El proyecto reducirá los riesgos ambientales y sanitarios asociados con la falta de tratamiento de aguas negras y así contribuirá a un medio ambiente más limpio y sano en ambos lados del río Bravo. Específicamente, se estima que se tratarán 800 lps de aguas residuales antes de su descarga en el medio ambiente. Además, con las mejoras al proceso de tratamiento, se eliminarán casi en su totalidad los olores desagradables y el efluente puede ser reutilizado en una gama más amplia de actividades urbanas y agrícolas, lo que liberará agua potable para el consumo humano en un área susceptible a sequías y escasez de agua.